A Ocho Columnas: La Gran Deuda.

Y no; no me refiero a la deuda pública de México que ha aumentado considerablemente en los últimos 4 años. La gran, enorme y creciente deuda que tienen los gobernantes de nuestro país con el pueblo. Y quizá impagable; mientras la clase política no asuma las consecuencias de sus actos y castigue a quien viole las normas.

Durante décadas fue muy fácil culpar a los políticos. En una época donde un solo partido político detentaba el poder, no había otro lado a donde irse. El PRI cargó con el muerto. Completito. Los demás partidos ni siquiera pintaban. Pero poco a poco fueron cambiando las cosas, y las circunstancias se fueron modificando a su vez. Llegaron cada vez más opositores al poder. Poco a poco, lento pero constante.

Hasta que en 1997 vino el primer golpe. El PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados que queda dividida entre el centro (PRI), derecha (PAN) e izquierda (PRD-PT y demás partidos satélites) Pum. Y tres años después, Acción Nacional gana la presidencia de la república, y las grandes promesas de campaña de Vicente Fox, quedan en su mayoría en eso… en promesas. Pero el mayor y peor legado de la que llamo “transición incompleta” fue la DEMOCRATIZACION de la corrupción.

A partir de entonces el ambiente político se radicalizó, se enrareció y peor aún, se pudrió. Tristemente a 16 años del llamado “gobierno del cambio” los partidos políticos en México, sin excepción; están sumidos en un descredito del cual no han podido zafarse. No lo han hecho porque las resistencias hacia el interior de los mismos es enorme. ¡Cómo! ¿Atentar contra nuestra propia gente? ¡Jamás!. Esa es la lectura hacia el seno partidista. Y del otro lado, la población: impotencia, escarnio y desvergüenza.

Hasta ahora el divorcio entre la sociedad y partidos ha causado daños al tejido social. El descredito y desprecio de la gente hacia los gobernantes, lacera cada día. Y la enorme mayoría de la clase política, o no lo ve, o no lo oye o más bien se hace. Escondiéndose en vaguedades y retórica, misma que tiene harta a la sociedad.

Algunos ya se dieron cuenta. Unos pocos se hacen de la vista gorda. Siguen su camino, nadando de muertitos. Unos pocos se atreven a decirlo. Y los menos, a emprender alguna medida correctiva. El problema radica en la cada vez más real cercanía del relevo presidencial. 2018 está a la vuelta y parece como que no se dan por aludidos. Demasiada parsimonia. A la vez, la necesidad de mantener las formas sin romper el orden interno.

Escándalos vaya que han sobrado estos últimos 4 años. No han dejado a nadie inmune, y menos intacto. Ha habido para todos. Pero ahí están y no pasa nada. Pura faramalla, mucho ruido y pocas nueces. Si acaso, golpes mediáticos. Y la gente ya está HARTA. De nada sirve un  discurso, perorata, o ley contra la corrupción si no hay ACCION. Felicidades a los líderes partidistas por su impecable discurso. Enrique Ochoa, Ricardo Anaya y Alejandra Barrales perciben la realidad. Estoy seguro están convencidos de la urgente necesidad de cambio. Solo que se necesita más. Más voluntad política y menos palabras.

Sin privilegios ni «salvoconductos». Hoy, los dos principales enemigos públicos se llaman Guillermo Padrés y Javier Duarte. Panista y Priista. En sus estados y gobiernos (Sonora y Veracruz) hicieron lo que les dio la gana: defraudación fiscal, robo, desvío de recursos; y en el caso de Veracruz el tufo a muerte. En este preciso momento; ambos ex gobernadores son prófugos de la ley.

2018 se antoja un acertijo difícil de resolver. La credibilidad y viabilidad de los institutos políticos en México estarán sujetos a una durísima prueba. La ciudadanía exige resultados. Cada día más. Y el tiempo se agota. Lo menos que se debe hacer es poner a estos dos presuntos delincuentes en prisión. Sacar del marasmo a esa clase política enferma y en la ignominia. Quizá sea la última llamada. Y en serio, deberían tomar en cuenta…

Que tenga un magnifico día.

Comentarios a: emollerb@live.com

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Facebook: Emilio E. Moller

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