López Obrador está convencido de que la crisis en México será pasajera; que el país volverá a la normalidad pronto y que saldremos a “abrazarnos, felices, felices, felices” como si todo fuese producto de una pesadilla.
Para AMLO, no hay razón alguna para modificar el camino. Su discurso populista se basa en enaltecer la pobreza y castigar la riqueza. Todo para el que no tiene y nada para el que produce y genera.
López Obrador ayer fue claro con su mensaje: No hay apoyo para la clase media mexicana (mucho menos para la clase media alta y alta). No hay apoyo fiscal. No hay estímulos ni ayuda alguna para las empresas pequeñas y medianas que generan más del 80% del empleo nacional porque “su gobierno no aplicará recetas neoliberales del pasado”.
En cambio, decidió apostar todo, en el segundo año de su gobierno, por su base, su clientela política más fiel, a la que les promete que para ellos sí habrá apoyos, créditos y 2 millones de empleos que su gobierno creará, exprofeso para ellos.
Esas personas a quienes AMLO “generosamente” ofrece sustento, no son empresarios y quienes si lo son, y generan fuentes de empleo son en su mayoría micronegocios estilo tianguistas. Este es el clavo en el ataúd de miles de micronegocios formales que no alcanzarán los apoyos gubernamentales.
Cuando AMLO dijo que la terrible crisis de salud y económica “nos vino como anillo al dedo” no mintió. Fue muy claro. Él ha decidido, en medio del “Armagedón” que se avecina, ser una especie de dios del antiguo testamento que decide quienes morirán y quienes vivirán según su criterio y a la más vieja usanza bíblica, reconfigurar la vida.
Es decir, como Dios decidió salvar a Lot de la destrucción de Sodoma y Gomorra, será él quien decida como quedará el escenario económico y empresarial del país, por supuesto siempre acorde con la idea de su “Cuarta Transformación”.
Quien no lo vea así, será catalogado como “conservador”, “fifí”, empresario corrupto y rapaz y esas personas serán el enemigo a destruir. Al final solo quedarán los empresarios que sí apoyen su visión. Serán -como en Venezuela o China- una nueva base empresarial, parte del cambio de las estructuras financieras no “neo-liberalistas”.
—DE HÉROES A HÉROES.—
1. AMLO en su discurso ensalsa a Franklin Delano Roosevelt a quien considera “el mejor presidente en la historia de Estados Unidos”, mismo que aplicó el modelo keynesiano para crear el “Estado de Bienestar” y remodelar la entonces devastada economía estadounidense debido a la “Gran Depresión”. Lo que AMLO ha olvidado o no quiere decir es que Roosevelt pensó que la austeridad era la respuesta, pero rápidamente aprendió lo equivocado que estaba. AMLO al igual lo aprenderá. Sus medidas de austeridad generan reveses económicos y dolor en las urnas. Equilibrar un presupuesto durante una crisis económica puede parecer una buena idea en teoría, pero las consecuencias en la vida real son mortales.
La economía keynesiana es una teoría que dice que el gobierno debería aumentar la demanda para impulsar el crecimiento. Los keynesianos creen que la demanda de los consumidores es la principal fuerza impulsora de una economía. En teoría es excelente… cuando hay como sufragar esa demanda. Un país sin empresas, sin empleos, sin dinero puede demandar mucho, la pregunta es: ¿cómo comprar lo que no se puede pagar?
2. AMLO admira a Simón Bolívar, un criollo de ascendencia española y dueño de grandes plantaciones, tan español como el que más. Un buen representante del caudillismo y la intromisión, cuyo sueño, fue crear unos Estados Unidos en el sur de América.
—COLOFÓN.—
El que AMLO no haya dicho nada en su discurso para el sector turístico, para el sector de alimentos y bebidas, dos de los más afectados por esta crisis y nada respecto a la violencia que está ahogando a nuestro país, dice mucho más que cualquier palabra.
El mensaje final de López Obrador es simple, su prioridad, no es México. Es su proyecto político, caiga quien caiga.
José E. Urioste Palomeque
Para The Yucatan Times / Times Media Mexico
April 06th 2020
Merida Yucatan, Mexico