Estoy a favor de una transformación que erradique la corrupción e impunidad. Que acabe con los escándalos de los políticos y sus vergonzosos vínculos (de muchos) con el crimen organizado.
Y también por una transformación de la vida económica del país. En donde el Gobierno ponga las condiciones para la generación de empleos y por ende de riqueza. Donde se respete la libre empresa y la propiedad privada. Donde se apoye genuinamente a los más necesitados, implementando políticas progresistas; no con dádivas y políticas asistencialistas y electoreras con el único fin de perpetuarse en el poder.
NUNCA, JAMÁS apoyaré una transformación como la que propone el actual presidente y su partido. Porque no solamente está llevando al país a una pérdida de libertades, de mayor pobreza y busca implementar el socialismo en nuestro país, por encima de todo lo que pretende es PERPETUAR el asistencialismo, con las peores prácticas heredadas de una época que queremos dejar atrás. La política de cuates, la corrupción y el partido totalitario de estado.
El presidente dice que es tiempo de definiciones. Vaya que lo es. Me declaro LIBERAL y en CONTRA de la transformación que encabeza este hombre y su partido. Pero no porque lo odie o tenga algo personal en su contra o su partido. Lo hago plenamente consciente y en mi libertad de hacerlo como mexicano y mi derecho natural a disentir.
Estamos a 1 año de las que serán quizá las elecciones más trascendentales y claves para el presente y futuro de nuestro México. La renovación de total de la Cámara de Diputados de la Federación y 16 Gobiernos estatales.
No existe el falso dilema que pregona el presidente. En una democracia, en pleno siglo XXI hay mucho más que una simplista y perversa división entre “conservadores” y “liberales”.
México es más, mucho más. Más que nunca, tenemos la obligación de mostrar de que estamos hechos.
Que tenga un magnífico día.
Emilio E. Moller Bernés.
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