Definen chilenos el futuro de su Constitución. Octubre 25, 2020.

(AP). Miles de chilenos formaron largas filas este domingo en distintos puntos del país para votar en un histórico plebiscito en el que se decidirá el potencial reemplazo de la Constitución instaurada por la dictadura militar hace cuatro décadas, un proceso al que se convocaron a 15 millones de ciudadanos.

La jornada de votación -la cual comenzó en medio de una nueva ola de contagios por Covid-19- se determinó tras un año del violento estallido social y de las gigantescas protestas subsiguientes en contra de las profundas desigualdades sociales en la nación sudamericana. Ante este escenario, las fuerzas políticas firmaron un pacto para la realización del plebiscito.

Al medio día de hoy, las autoridades chilenas informaron que el 99% de las 44 mil 600 mesas receptoras de sufragios estaban en pleno funcionamiento. Por otro lado, existe total incertidumbre sobre cuántas personas acudirán a votar. En la pasada elección presidencial votó un 49% del electorado y apenas un 35% en los comicios para alcaldes de 2016.

Sebastián Piñera, Presidente de Chile, declaró tras emitir su voto que creía «que la inmensa mayoría» de los ciudadanos querían cambiar y «modificar nuestra Constitución». Sin embargo, anteriormente el gobernante centroderechista se había opuesto a la idea de una nueva Carta Magna.

En tanto, una mayoritaria porción del oficialismo se ha pronunciado a favor de mantener la actual Constitución, mientras que la oposición de centroizquierda se ha inclinado en favor de redactar una nueva ley fundamental.

Lo que está en juego este domingo «es la posibilidad de que Chile construya un camino institucional para resolver aquellos problemas y deudas pendientes de la democracia chilena, que en su mayoría corresponden a problemas de exclusión política, económica y social», consideró Marcelo Mella, politólogo y doctor en Estudios Americanos.

Sobre esta misma , línea, Heraldo Muñoz, presidente del opositor Partido Por la Democracia, sostuvo que no sólo se jugaba «una Constitución, sino un país más justo, más digno, con reformas estructurales».

Jacqueline van Rysselberghe, presidenta de la conservadora Unión Demócrata Independiente, colectivo en contra de modificar la Carta Magna, indicó que «sea cual sea el resultado, espero que sea pacífico y poder generar los cambios necesarios para el país, y que no pasan por cambios constitucionales».

A pesar de las opiniones encontradas, sondeos previos coincidieron en la proyección de un probable triunfo del voto hacia una nueva Constitución.

Los mandos chilenos remarcaron que los que fueran a participar en el proceso debían, obligatoriamente, de utilizar cubrebocas, mantener el distanciamiento social en las filas y usar gel desinfectantes.

Además -con la finalidad de minimizar la posibilidad de contagios por coronavirus- se estableció que cada persona debía usar su propio lápiz para emitir su voto. Como parte de las medidas sanitarias también se ordenó que la gente mayor a 60 años acudiera a sufragar entre las 14:00 y las 17:00 hora local para que no se expusieran.

La ciudadanía debe escoger entre la opción «Apruebo» o «Rechazo cambiar la Constitución. Igualmente, sin conocer los resultados, se debe escoger a quiénes redactaran la nueva Carta Magna. Si gana la opción del cambio, la nueva ley será escrita por 155 ciudadanos electos o por 86 elegidos e igual número de parlamentarios en ejercicio.

Si triunfa el «Apruebo» se iniciará un proceso constituyente que culminará con un nuevo plebiscito a mediados de 2022 para que los chilenos voten si aprueban el texto.

En caso de que el mecanismo para redactar la nueva ley fuera una Convención Constitucional, con 155 miembros electos, deberá haber una norma paritaria, igual número de mujeres y hombres, algo insólito en Chile.

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