A Ocho Columnas: ¿Se acabó el show?

Pareciera prematuro. Aún falta un trecho de aquí al 2018, pero puede preverse que el camino no está tan liso como se pensaría. Lo hechos recientes pueden dar una pauta; el último año ha sido clave. Vamos por partes.

Hace exactamente un año, EE.UU. y Cuba decidieron dar por terminado su episodio de guerra fría y en el transcurso de los meses siguientes se dieron los pasos para normalizar las relaciones. Verdad es que no es ni será una relación fácil, pero se vislumbra una coexistencia sin mayores contratiempos y sí; una mayor cooperación. El pragmatismo del menor de los hermanos Castro, Raúl; llevó a un lento pero seguro “descongelamiento” y aceptar que el mejor aliado y socio natural de la mayor de las Antillas es el poderoso vecino a escasos 150 kilómetros al norte de La Habana… y no con el maltrecho y falto de visión del gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, que a la muerte del líder ha perdido algo más que la brújula.

Y apenas el pasado verano, se podía ver en el horizonte que el camino sucesorio del peronismo y kirchenismo en Argentina la tendría más que difícil. Los peores pronósticos para Cristina Fernández de Kirchner; presidente saliente, que no pudo imponer a su delfín. Apenas hace 2 semanas, Mauricio Macri; millonario hombre de negocios (entre ellos el Boca Juniors FC y la cervecera Quilmes) derrotó en la segunda vuelta a Daniel Scioli, candidato del oficialismo. Promete regresar a la disciplina económica y sacar a su país del bache en que está desde 2001.

Y el colofón: la catastrófica derrota de Nicolás Maduro y el PSUV en las elecciones parlamentarias del pasado domingo 6 donde por vez primera en el presente siglo, la izquierda bolivariana pierde la mayoría en la Asamblea Nacional. Y no solamente serán minoría; la coalición de partidos de centro-derecha tendrá mayoría calificada con 112 representantes en el poder legislativo unicamaral venezolano. Con el poder y facultad de co-gobernar: expedir decretos, leyes habilitantes y emitir votos de censura en contra del presidente y vicepresidente. El ejecutivo, lejos de reconocer al pueblo y a la oposición por una ejemplar jornada electoral, le recetó su mejor verborrea y diatriba acusando de un complot en su contra y del pueblo venezolano.

Si a todo lo anterior sumamos los difíciles momentos que atraviesan las presidentes Michelle Bachelet de Chile, y Dilma Rousseff de Brasil, la situación para la izquierda latinoamericana, aun la moderna y moderada como en el caso de estas dos últimas, no es nada halagadora.

La presidente brasileña ha pasado de heroína a villana en menos de 4 años. Una economía ralentizada, escándalos de corrupción y tráfico de influencias, con una sociedad polarizada y harta del dispendio antes y durante la Copa Mundial en 2014. Y todavía faltan los Juegos Olímpicos en Rio, en 2016. De pronóstico reservado.

Por eso, con miras hacia 2018 Andrés Manuel López Obrador no puede dejar de hacer campaña. Y menos ahora que es el presidente de su partido, MORENA ante la vista y paciencia de las autoridades del INE. Es esencial seguir aprovechando los bajos índices de aprobación del actual gobierno, y continuar su retórica de la “mafia del poder”, así el mismo comparta la mayoría del ADN con sus ahora adversarios de “la otra izquierda” y el PRI. Será interesante ver cómo se comporta de aquí en adelante. Desde años atrás se comenta en círculos políticos la fuente de ingresos de AMLO: Venezuela y su petróleo. Porque de otra forma es imposible justificar que un hombre lleve más de 12 años sin trabajar y aun así, mantener un tren de vida muy elevado. Está por verse.

Aunque aún faltan 2 años y 6 meses para las elecciones presidenciales, López Obrador tendrá que lidiar con el desgaste de la izquierda continental, la reagrupación del PAN y el PRD, y la operación política de un PRI que él, aunque de dientes para afuera presume está en la lona, sabe bien que le puede dar una sorpresa mayúscula.

La situación no es tersa, y mucho menos favorable. Y es en definitiva la última oportunidad del señor López. De lo contrario, se quedara como Nicolás Maduro… hablando con pajaritos.

Que tenga un magnífico día.

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