A Ocho Columnas: Reformas aprobadas.

El pasado lunes se promulgaron las leyes secundarias en materia energética. La ceremonia en el patio de honor de palacio nacional con el presidente Enrique Peña Nieto al frente; el gabinete en pleno y los titulares del ejecutivo de las 32 entidades federativas. El mensaje del presidente fue claro: concluidas las reformas, ahora va ponerlas en marcha.

Es quizá la parte más difícil. Estos últimos 20 meses han sido intensos en la política. Desde el seno del pacto por México, que cumplió su cometido. El presidente abrió muchos frentes, en contra del sentido común, lo cual hacia muy difícil operar y mantener abiertos los canales con las diferentes fuerzas políticas. Reformas estructurales: laboral, financiera, educativa, política, transparencia, telecomunicaciones y energética. Y todas salieron en ese lapso. Nada, nada menor.

Como cualquier reforma no son perfectas. Tienen sus asegunes y pendientes. La reforma fiscal; la más cuestionada. Hasta el momento no ha tenido un impacto positivo en la economía nacional. México necesitaba un nuevo marco hacendario y los cambio se quedaron cortos. Se habla de ajustes. Un hecho incuestionable, es que mientras más profunda sea una reforma, pasarán dos cosas: primero; afectará más estructuras. Segundo, sus efectos trascendentales tardarán más tiempo en hacerse patentes. En plena discusión de las mismas, aun con la oposición más vehemente de la izquierda no ocurrió lo que tanto habían prometido los opositores: no hubieron marchas, bloqueos, toma de tribunas y desmanes. Aprobación de terciopelo.

Ahora, es esencial que el consenso logrado por parte de las fuerzas políticas y el ejecutivo federal se mueva hacia la implementación de las leyes. Toda y cada una de ellas. En la democracia, si bien la unanimidad es deseable; no es indispensable. Con la mayoría basta. Y la aprobación de las leyes secundarias fue igual que la reforma en si: mayoría calificada. Con mayoría simple bastaba. El presidente Peña Nieto ha apostado su capital político por encima de la popularidad de las reformas. Y las encuestas y opinión pública así lo muestran: no sale muy bien calificado.

Pero la fotografía completa es mas clara. El pragmatismo ha prevalecido. Si bien el presidente no tiene los mejores números frente a la opinión pública, el PRI sale bastante bien en números: si las elecciones fueran en este momento, tendrían poco mas del 40% de los votos, el PAN se quedaría entre el 22 y 25%. La izquierda, nuevamente dividida: el PRD con el 15% y MORENA el 7%. Los demás partidos, fuera del Verde se quedan con menos del 4%. Con el nuevo marco político-electoral corren el riesgo de perder el registro.

Gracias a una buena política del ejecutivo federal se logro romper una inercia de 12 años que frenó y retrasó la agenda reformista que México necesitaba. Los cambios se irán dando. Lo que haya que corregir, seguramente se hará. Se rompieron los paradigmas. Hay la confianza en que al país le depara algo mejor. Algo que los mexicanos no hemos vivido y experimentado. Mi opinión: estamos a punto de un giro de 180° en nuestro país. Así sea, por el bien de México.

Que tenga un magnífico día.

Comentarios a: emollerb@live.com
Twitter: @EMollerB

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